03 marzo 2018

COHERENCIA


Después de haber alcanzado nuestra certeza como fruto del inicio de nuestro trabajo en la expansión de consciencia, continuamos nuestro camino hacia la segunda llave que nos conducirá al encuentro del tesoro que habita en nuestro interior. Si existe algo realmente importante para la expansión de consciencia, algún requisito indispensable, esa cualidad sin la cual es imposible avanzar, es la coherencia. Mucho se habla de ella, todos la reconocen como una virtud, a todos les gusta, todos la admiran, se nos llena la boca al hablar de coherencia, pero pocos la consiguen y menos aún son quienes logran mantenerla.

Ahora bien, ¿en qué consiste la coherencia? pues en algo tan sencillo como decir lo mismo que se piensa y hacer lo mismo que se habla, es decir, mantener la misma intención y propósito en pensamiento, palabra y obra, no borrando con el codo lo que se escribe con la mano. Solo que esto, que dicho así parece fácil, puede resultar lo más difícil del mundo, no porque no lo queramos sino porque estamos fragmentados en multitud de yoes distintos, cada cual con sus propios intereses, de manera que lo que piensa y quiere uno nada le importa al otro, y lo que quiere este otro tampoco le interesa a los demás.

Conseguir la coherencia es un ejercicio de integridad donde las energías se concentran, los yoes se callan y el ego se pone al servicio de la consciencia y la voluntad. De lo contrario seremos los mismos títeres manejados por nuestro ego, corriendo de aquí para allá, pensando ahora una cosa, después diciendo otra y mañana haciendo otra bien distinta. Todo depende del yo de turno que se ponga al mando y el interés que persiga para que vayamos detrás de sus lucecitas de colores, boicoteándonos a nosotros mismos a cada paso.

Continuamente empezamos octavas proyectivas, abrigamos nuevas intenciones y emprendemos nuevos proyectos o propósitos, pero muy pocos son los que finalizamos, precisamente porque no logramos mantener la coherencia. Cuando pensamos podemos verlo todo muy claro y no tener dudas de lo que queremos, pero al traducirlo a palabras y hablar de ello con los demás podemos observar que suele perder alguna nota o semitono, y cuando pasamos a la obra aún difiere de lo hablado y mucho más de lo pensado.

Lo que en un principio podía ser una idea clara y definida en nuestros pensamientos (plano mental), comienza a perder fuerza y dirección al pasar por el punto de inflexión de la palabra (plano etérico), y nuevamente lo sufre por el punto de salto al pasar a la obra y los hechos (plano físico). La única manera de evitar esto es a través de la coherencia, manteniendo la misma para no desviar la intención inicial y el propósito final. De no ser así, nada conseguimos, pues comenzamos octavas proyectivas con intenciones y deseos que nunca llegan a buen puerto, que se desvanecen al poco de empezar o que fácilmente se desvían para terminar haciendo otra cosa bien distinta.

Sin coherencia no hay nada, ningún avance verdadero, ninguna responsabilidad que seamos capaces de asumir con garantías, ningún crecimiento que permita a la consciencia expandir y cristalizar. La coherencia es un adhesivo que nos permite funcionar como una sola pieza, unificando lo que antes estaba dividido y fragmentado, es la integración que posibilita que actuemos como un todo en la suma de las partes.

El rumbo de nuestra existencia se podría resumir en la triada intención-propósito-voluntad, y ésta es imposible de mantener sin debida coherencia entre pensamiento, palabra y obra.

Cuando logramos ser coherentes no solo estaremos más capacitados para llevar a cabo nuestros objetivos al mantener la dirección y el rumbo que nos marcamos, sino que supone un ahorro de energía y un manejo consciente de la misma para ser usada con propósito y responsabilidad. La coherencia unifica, es integradora, nos hace dignos de confianza y fiabilidad, nos confiere una existencia más auténtica y real para dejar de ser una probabilidad y reconocernos como particularidad.

Sin duda esta segunda llave es otro material necesario para la consciencia en la construcción del Espíritu, el cuerpo de enlace que expresa al Ser que en el fondo Somos. La coherencia resulta indispensable como paso previo a la impecabilidad que nos vuelva a conectar con lo que perdimos pero podemos llegar a ser: verdaderos Seres Humanos, libres y justos con nosotros mismos y los demás.

Ángel Hidalgo



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