25 febrero 2018

CERTEZA


Si la observación es la puerta de entrada hacia el autoconocimiento y el despertar, llegar a nuestras propias Certezas es la primera meta o etapa del camino. Un camino que será largo hasta el encuentro con nuestra esencia, hasta lograr la conexión con la Consciencia de nuestro Ser, pero donde iremos recogiendo los primeros frutos del trabajo interior.

Antes de encontrar la Certeza solo hay buscadores, algunos de los cuales no saben ni lo que buscan. Prueban aquí o allá, creen esto o aquello, pero nunca llegan a ser encontradores de su verdad. No en vano la Certeza es la primera llave a encontrar, pues de no ser así seremos eternos buscadores llenos de dudas, viajeros perdidos en el mar de la ignorancia.

No debemos confundir la creencia con la Certeza. La primera es lo que creo pero no sé, la segunda es como un recuerdo encontrado. La primera se basa en lo que hemos escuchado o leído, la segunda es fruto de nuestra observación, experiencia y reencuentro. La primera responde a lo emocional que se confunde con lo espiritual, la segunda es el sentir del espíritu mismo cuando se empieza a reconocer (volverse a conocer).

Algunos le llaman dudas, pero el verdadero motor de la búsqueda de certeza es la inquietud, esa sensación de que algo está mal y nos hace movernos hasta encontrar, esa punzante insatisfacción difícil de explicar, el sentir de que hay algo más que podríamos traducir como el anhelo de vuelta al hogar o también como la llamada del Ser. Es por eso que esa inquietud nacida del interior se tiene o no se tiene, es escuchada o no es escuchada entre el tumulto y el ruido exterior, pues la única diferencia entre un eterno buscador y un encontrador de certezas puede ser tan simple como aprender a escucharse.

Tenemos también, claro está, que hay que sobreponerse a las dudas que surgen y nos inducen principalmente en el plano mental, fruto de la programación, el condicionamiento, la manipulación y el ocultamiento deliberado de la información para hacernos desviar y que no encontremos nuestras propias certezas, pues quien carece de certeza navega a la deriva de la confusión, lo que le convierte en presa fácil de la manipulación.

La Certeza se sabe o no se sabe, pero no puede ser regalada. Es algo propio e inherente, se siente o no se siente como verdad propia e individual, se encuentra o no se encuentra, pero nadie puede prestar a otro su certeza, solo puede compartirla para que le sirva a los demás para encontrar la suya, siendo el fruto del trabajo de cada cual.

Cuando alcanzamos nuestras certezas es cuando empezamos a construir y cristalizar nuestro cuerpo de enlace con el Ser, pues las certezas se convierte en la materia de la consciencia para la formación del Espíritu. También necesitaremos de otros materiales como la coherencia, la impecabilidad, la consideración, etc; pero al menos ya tendremos los cimientos.

Ángel Hidalgo



6 comentarios:

  1. Como siempre magnífico articulo. Angel

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  2. Gracias Ángel .. muy bello y además explicado de la forma correcta... ahora sólo a poner por obra y accionar

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  3. El árbol del conocimiento

    Crece con cada certeza interior del buscador,cuyo trabajo constante alimenta la sabiduría obtenida de la observación, el trabajo de sus virtudes, la liberación de sus miserias "exponiéndolas", el perdón, el trabajo de la coherencia entre P.P.O.con CEHP, dará el resultado de sus frutos dependerá del buscador-encontrador al lado del péndulo al que se muestre o el equilibrio de las mismas energías que porte.
    Gracias Ángel

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  4. Gracias Angel por compartir tus certezas.Ya lo ha dicho Morféo.Excelente!!

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