11 marzo 2018

IMPECABILIDAD


Se define la impecabilidad como la cualidad de lo que es intachable, que no tiene defecto ni mancha; y como sinónimos tenemos: irreprochable, correcto, íntegro, intachable, impoluto o inmaculado. Pero no debemos confundir la impecabilidad con la perfección, que es una idea relativa, idealizada e inalcanzable, sino con la cualidad de lo que es justo y proporcionado, de lo que es correcto frente a lo que no lo es.

Ser impecable es saber manejarse en la vida de forma correcta y equilibrada, con la atención precisa en las cosas que son importantes al tiempo que se evita lo que es banal y superficial, aquello que supone un gasto inútil de energía o una distracción innecesaria. Como seres humanos contamos con una cantidad limitada de energía y tiempo, así que para ser impecables debemos aprender el manejo consciente de dichas energías, ya que nos va la vida en ello.

Lo cierto es que malgastamos energía con suma facilidad, con preocupaciones, con fascinaciones, con enfados, con distracciones, con vanidades y con todo tipo de excesos y desenfreno. Ser impecables conlleva el uso consciente de la atención y la observación, hablando cuando hay que hablar, escuchando cuando hay que escuchar y accionando cuando hay que accionar. Si hablamos y hablamos sin parar, si apenas escuchamos a los demás, si reaccionamos ante cualquier cosa y no accionamos cuando hay que accionar... ¿cómo podemos esperar entonces ser impecables?

Vivimos demasiado apegados a nuestras emociones y éstas nos sacan de nuestro centro o punto de quietud. Detrás de todo ello, lo que hay es una excesiva importancia personal que es la que se siente herida por la opinión y juicio de los demás. Lo mejor es no tomar las opiniones y juicios de los demás como algo personal, pues este mecanismo propicia que fácilmente nos sintamos ofendidos por lo que dicen o no dicen, por lo que hacen o dejan de hacer, produciendo un gasto inútil y continuo de energías de bajo octanaje.

Otro derivado de la importancia personal que resulta agotador, además de a todas luces ridículo y egocéntrico, es la necesidad que tiene el ego de llevar la razón, de quedar por encima, cuando lo mejor es aprender a escuchar, saber conectar y decir lo que se deba decir o hacer lo que se deba hacer, sin necesidad de buscar la aprobación de los demás.

El sabio manejo y uso adecuado de las energías nos vuelve impecables, siendo el arte de la observación necesario para el descubrimiento de nuestras debilidades y miserias, así como para descartar lo superfluo y prestar atención a lo importante. El desapego con la importancia personal nos evitará el malgasto de energía y tiempo, aportará sencillez y cultivará la humildad.

Es por ello que es preciso antes haber encontrado nuestra certeza que nos darán la confianza y la seguridad interior que necesitamos, no aquella que es buscada en la aprobación de los demás que nos hace dependientes y nos pone a su merced. También deberá estar acompañada por la coherencia entre pensamiento, palabra y obra, pues ésta es requisito indispensable para crear nuestro centro de gravedad y alcanzar la impecabilidad.

Si aspiramos a ser impecables, resulta fundamental haber creado nuestro propio centro de gravedad, nuestro punto de equilibrio que genera y atrae las circunstancias y personas que sirvan a nuestro propósito, pues de lo contrario seremos nosotros los atraídos por otros, sacados de nuestro centro y girando en su órbita perdiendo el norte que nos hace ser impecables. Aprender a vaciarnos de todo lo insustancial que nos rodea para generar nuestro propio espacio con aquello que surge del interior de forma espontánea y natural, es más que necesario para tener un centro de gravedad propio y equilibrado, sin el cual conseguir la impecabilidad se hace poco menos que imposible.

La impecabilidad también tiene íntima relación con hacernos responsables de nosotros mismos y dejar de culpar a otros de nuestra desdicha y miseria. Para ser impecables hay que asumir la responsabilidad que nos atañe a cada uno y no seguir eludiendo lo que solo nosotros podemos cambiar. El impecable se enfrenta a la realidad, sea cual sea, mientras que los otros prefieren ignorarla o esperar que se arregle sola. El impecable es fiel a su propósito y nada consigue sacarle del camino, mientras que a los otros cualquier distracción les desvía y cualquier camino les vale.

Está claro que la impecabilidad no se consigue de un día para otro, no nos acostamos un día y nos levantamos al siguiente siendo impecables, sino que cuesta mucho, es algo para ejercitar a diario. Pero cuando ya fuiste impecable te das cuenta de cuando no lo estás siendo porque algo no está afinado. Mientras más tiempo consigamos ser impecables menos espacio tendrán nuestras miserias y más afianzado estará nuestro espíritu para que la Consciencia del Ser pueda manifestarse.

Ángel Hidalgo



2 comentarios:

  1. Gracias es tiempo de poner atención a los valores, ética y razón para forjar un mayor carácter y dirigir nuestra atención al despertar de conciencia y dirigidos a ayudar hacer el CAMBIO real que necesita nuestro planeta, desde nuestras trincheras haciendo lo correcto, bello e impecable.... un saludo afectuoso.

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